La Open Society Foundations, conjuntamente con la organización Rights International Spain han publicado este 24 de septiembre, un informe llamado “Bajo Sospecha”, en el que se presentan algunos de los principales indicadores relacionados con las consecuencias personales y sociales que tiene la práctica racista y discriminatoria de las identificaciones por perfil étnico, en la personas que las viven en primera persona.
Según el informe el uso de perfiles étnicos “lanza a quienes encajan con esos perfiles el mensaje inequívoco de que no forman parte de la norma, son peligrosas y se les debe controlar”
En el mismo informe, se pone de manifiesto las consecuencias psicológicas y emocionales en que derivan tales identificaciones para las personas que las sufren de manera reiterada, sosteniendo que muchas de estas personas modifican sus conductas habituales (dejar de frecuentar algunos lugares o cambiar la vestimenta) con tal de no tener que encontrarse en estas situaciones de criminalización pública normalizada.
En esta línea, Ngoy Ngoma, estudiante y técnico de ayuda humanitaria en Valencia, afirma que:
“He sido expulsado del espacio público, que para mí se ha convertido en privado, porque al pasar por ahí [corro el] riesgo de perder el tiempo, ser identificado y, con ello, llevarme ese shock”.
En el informe se asegura que el uso de perfiles étnicos también es negativo para la funcionalidad del trabajo policial, dado que la sobre-identificación de algunos colectivos contribuye a un desgaste de la confianza de los mismos con la institución policial, lo que llevaría a una pérdida de cooperación y por consiguiente una reducción de la seguridad ciudadana.
Otro conflicto en el que el informe pone acento es la poca materia en racismo y discriminación que hay en las formaciones policiales y ratifica que a causa de ello, muchos policías en España “conservan estereotipos explícitos”.
David Garafella Gil, inspector de policía de Valencia, corrobora: “Soy agente de policía desde hace 25 años, a mí nunca se me ha instruido en que todas las personas son iguales, sino que hay determinados tipos de personas que cometen determinados hechos delictivos y que teníamos que tener cuidado con esas personas, centrarnos mucho en determinadas personas, bien por su cultura, etnia, raza, origen”.
Las identificaciones policiales por perfil étnico, son un criterio normalizado en el cual la policía le pide la documentación a las personas seleccionándolas por su raza, etnia o fenotipo, independientemente de si estas están o no a punto de cometer una infracción o un delito, lo cual sería la única sospecha legítima y legal que permitiría llevar a cabo dicha identificación.
Recordamos que el 20 de febrero de 2018, Sos Racisme Catalunya, a través de su campaña, Parad de Pararme, publicó el informe “La apariencia no es motivo” en el que se pusieron en evidencia algunos datos cuantitativos preocupantes sobre la perfilación étnica policial. Uno de ellos fue la revelación de que en Cataluña, por cada persona española identificada, se identificaban 7,4 con nacionalidad extranjera.
Otras dimensiones importantes mencionadas en dicho informe, a través de los datos cedidos por lo Mossos de Esquadra, fueron que:
Un 54,1% de las identificaciones en Cataluña se llevan a cabo a personas con nacionalidad extranjera cuando estas solo representan el 13,7% de la población total.
Las cinco nacionalidades más identificadas en Catalunya son: Marruecos, Romania, Ecuador, Rep. Dominicana y Colombia.
El fenotipo más identificado es el magrebí/árabe representando el 70% de los datos recogidos en la observación directa, el 57% de entrevista llevada a cabo a través de la web y el 50% de los casos de la encuesta comparativa.
Otras informaciones que se desvelaban en el informe “La apariencia no es motivo” eran en relación a las condiciones en las que se dan estas identificaciones.
En esta línea sorprendían algunos indicadores que mostraban que cantidades como un 70% de las personas identificadas manifestaban no haber tenido acceso a saber el motivo de la identificación o que un 73% de las personas identificadas (según datos de la encuesta) afirmaban que no era la primera vez que se las identificaba en el último año.
Así pues, estos datos, tanto del informe “Bajo sopecha” como del de “La apariencia no es motivo” nos muestran una preocupante situación en relación a las identificaciones racistas, por perfil étnico. Sobretodo teniendo en cuenta, por ejemplo, la tasa de acierto de estas identificaciones, que es mucho más alta en las identificaciones a españoles que en las identificaciones a personas extranjeras. Por lo tanto, esta sobre-identificación de algunos colectivos ni siquiera puede justificarse a través de una alto porcentaje de identificaciones positivas.
Un hecho importante en Catalunya, es el creciente prejuicio social, institucional y mediático, para con algunos colectivos concretos, conjuntamente con una alusión sistematizada (para nada demostrada), de una hipotética “inseguridad” ciudadana. Esto origina un discurso justificativo de este maltrato, persecución y sobre-identificación policial de algunos colectivos.
Es necesario que la seguridad ciudadana deje de ser concebida como un bien únicamente para la personas blancas, españolas y de clase media y que dicha seguridad, deje de materializarse, a través de la persecución y criminalización policial de otras comunidades, que tienen el mismo derecho que el resto de la sociedad, a ser protegidas por las fuerzas de seguridad públicas del Estado.
Urge que las personas de estas comunidades puedan recuperar la vía púbica como un espacio también para ellas, en el que puedan moverse sin miedo y con libertad.
Y por todo ello, urge que la perfilación étnica policial sea reconocida, por parte de las instituciones, como un problema de racismo institucional y que se establezcan medidas inmediatas para revertir esta situación, reparando así la dignidad de algunos colectivos y comunidades que llevan décadas viéndose diariamente sometidas a este tipo de abuso, que se retroalimenta, a través de la criminalización pública.