“Parad de pararme. La apariencia no es motivo” comenzó a gestarse en 2016. Su objetivo central es incidir política y socialmente para que las identificaciones policiales por perfil étnico sean explícitamente prohibidas y activamente perseguidas.
En primer lugar, la campaña busca la visibilización y el reconocimiento de la dimensión real de esta práctica ilegal y del efecto que genera en contra de las libertades y derechos de las personas. Para conseguirlo, la implicación ciudadana es fundamental. Por ello, la campaña une los apoyos de distintas entidades y colectivos que trabajan para la defensa de los derechos de las personas racializadas y/o migrantes, con un triple objetivo:
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Construir un discurso común que incluya a todos y sea representativo y significativo
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Fomentar la denúncia pública de paradas policiales racistas en la vía pública, con el objetivo de recoger datos y dimensionar el problema
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Dar herramientas para que tanto las personas afectadas como las que son testimonio sepan intervenir eficazmente ante una parada
En segundo lugar, como fin último, las alianzas sociales creadas a lo largo de la campaña se centrarán en la incidencia política, para conseguir cambios prácticos en los protocolos de actuación de los cuerpos policiales. Algunas de las buenas práticas que queremos proponer a instituciones policiales y partidos políticos son:
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Reconocer la dimensión real de los controles policiales por perfil étnico y condenarlos.
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Facilitar información operativa y de calidad a los agentes de policía y dar instrucciones claras dirigidas a prevenir y prohibir la identificación de personas inocentes según descripciones demasiado genéricas basadas en el color de piel, etnia o características físicas, culturales y religiosas.
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Formar a la policía en materia de racismo, para que las identificaciones se lleven a cabo bajo los principios de igualdad y no discriminación, en conformidad con el Código Europeo de Ética de la Policía.
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Justificar y recoger datos de cada actuación de identificación y registro que realicen (incluyendo motivo, perfilación étnica y resultado) y publicar regularmente estadísticas sobre la cuestión.
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Introducir medidas de control internas y externas, y aplicar sanciones contra los agentes que identifiquen de forma discriminatoria e injustificada.
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Facilitar mecanismos de denuncia para la población objeto de identificaciones y registros, y favorecer un sistema de control externo de estos procesos.
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Difundir activamente los derechos y garantías de las personas y dar respuesta a sus preocupaciones sobre los criterios usados en las identificaciones policiales.
Esta línea de investigación y trabajo, impulsada inicialmente por SOS Racisme Catalunya, pudo concretarse en proyecto gracias al apoyo económico de Open Society Foundation, como parte de sus iniciativas de apoyo a la incidencia política en temas de violaciones de derechos humanos.
Una iniciativa de:
Financiada por:
¿Qué es el “perfil étnico”?
El «perfil étnico» o «perfilación étnica» es un criterio normalizado en muchas identificaciones o controles policiales, en el que se solicita la documentación a personas seleccionadas exclusivamente por su aspecto físico. Es decir, no se las para por algo que estas personas hayan realizado, sino por tener rasgos físicos identificados como diversos por la población mayoritaria.
Estos controles se dan de forma generalizada y con total impunidad tanto en espacios públicos como privados, al punto que se ha llegado a ver como normal y para muchos forma parte del paisaje diario de nuestros pueblos y ciudades.
Para quiénes no lo es: aquellas personas que ven su vida alterada sólo por tener determinado color de piel u otras características físicas, culturales y religiosas distintivas.
Cuando la seguridad es la excusa para coartar derechos y libertades
Como identifica el Servicio de Atención y Denuncia per a les Víctimes de racisme i xenofòbia (SAiD) de SOS Racisme, este tipo de controles guiados por el perfil étnico son el punto de partida de la mayoría de los casos de racismo ejercido por los cuerpos policiales que a lo largo de 25 años han llegado a SOS Racisme. Además de ser la vía de entrada a vulneraciones de otro tipo, las paradas racistas interfieren en la vida diaria de las personas, las cuales, con el fin de evitar estas situaciones y los riesgos que implican, dejan de, por ejemplo, realizar actividades o frecuentar sitios que les resultan familiares y se constituyen como punto de reunión del grupo al cual pertenecen. Desde centros culturales a comercios, locutorios e incluso entidades de atención a migrantes. Todo esto se agrava ante situaciones de irregularidad administrativa u otros tipos de vulnerabilidades que no se circunscriben al lugar de origen, sino al origen percibido.
El hecho de intencionalmente fomentar una vinculación ficticia entre la inseguridad y la población racializada, lo constituye como una muestra del racismo institucional más básico y cotidiano, que a la vez encontramos favorecido por cierta cultura policial.
Según datos facilitados por el Ministerio del Interior en el año 2014, el 74% de las personas obligadas a identificarse no había estado implicada en ninguna actividad delictiva. Esta gran desproporcionalidad, es a su vez trasladada al trato según el grupo étnico del que se trate. Por ejemplo, las personas identificadas como miembros de la comunidad gitana, tienen hasta 10 veces más probabilidades de ser paradas que una persona que luce como europeo.